domingo, 30 de marzo de 2008

Contaminación Lumínica II

Continuación...

5. Contaminación lumínica y pedagogía. El papel de los docentes.

Es bien sabido que ciertas cosas resultan tanto más contraproducentes cuanto mayor es la ignorancia respecto de ellas. En nuestro caso, esto es una realidad incuestionable. Por lo tanto, resulta obvio que la solución del problema pasa no solamente por la consecución de medidas jurídicas para regularlo, sino también por una tarea de divulgación que debe utilizar todos los instrumentos de comunicación social disponibles (prensa, radio, televisión e Internet) para hacer llegar información sobre el fenómeno al mayor número de ciudadanos. Los colectivos ecologistas, así como los círculos de aficionados a la Astronomía deben jugar un papel preponderante en la denuncia y demanda de soluciones, especialmente en aquellos lugares donde, existiendo normas reguladoras, haya que incitar a la administración responsable a hacer efectivo su cumplimiento.

También la escuela, como ámbito de formación futuros ciudadanos, puede y debe jugar un papel preponderante en la divulgación de este asunto. Los problemas relativos a la ecología reciben ya un tratamiento educativo cada vez más intenso en ella, bien a través de materias específicas en los que se puedan plantear, bien mediante actividades extraacadémicas puntuales. Los ecologistas saben que concienciar a los jóvenes supone también concienciar indirectamente a los padres respecto de los problemas medioambientales. En nuestro caso, se da la circunstancia de que todo está por hacer, porque esta forma de contaminación ha sido hasta ahora ignorada por casi todo el mundo. En el caso concreto de Catalunya, la necesidad de divulgación se planteará con intensidad cuando, estando la ley aprobada, haya que fomentar su conocimiento, incluso entre los propios ecologistas que, por lo general, desconocen bastante el fenómeno.

La universidad, finalmente, tampoco puede quedar al margen, máxime cuando este asunto abre un enorme horizonte para la investigación. Desde el punto de vista de la parte técnica del problema, aquellas especialidades universitarias relacionadas con el diseño de luminarias, componentes electrònicos de las mismas, sistemas de regulación del flujo eléctrico, lámparas, diseño de alumbrado de exteriores e, incluso, arquitectura van a tener aquí en el futuro un estímulo innegable para la innovación y experimentación. Pero donde el horizonte que se abre es enorme es, sin duda en los estudios de biología y medicina. En el primer caso, puede decirse que la investigación relativa a los efectos de la emisión de luz artificial en el medio nocturno sobre la flora y la fauna es un territorio prácticamente virgen, en el que pueden producirse sorpresas por ahora impensables. En el segundo, la indagación sobre los efectos de la luz artificial en el hombre, aún no siendo algo novedoso, resulta ser también un territorio, en gran medida, por explorar.

En función de todo ello, resulta evidente el fundamental papel que van a tener que jugar los docentes en la tarea de divulgar el fenómeno y sensibilizar a sus alumnos acerca del mismo, fomentando, especialmente en el caso de los universitarios, el estímulo por la investigación de sus distintos aspectos. Será, por ello, necesario, preparar materiales didácticos inexistentes en el momento presente, empezando por la tarea de recopilación y sistematización de toda la información (por ahora escasa) que pueda existir al respecto, con el fin de establecer un fondo documental que sirva de base para la posterior edición de los mencionados materiales didácticos. En Catalunya, dado que la futura ley prevé la creación de la Oficina Técnica para el Control de la Contaminación Lumínica, que velará por el cumplimiento y divulgación efectiva de la misma, dicha tarea recopilatoria podría resultar de una actividad combinada entre las universidades y los departamentos de Enseñanza y Medio Ambiente.


6. Propuestas de trabajo.

Ofrezco, a continuación, una relación de sugerencias relativas a actividades que se pueden realizar en el aula:

-Debates sobre el tema.

Se pueden organizar, primeramente, a partir de la visualización de documentales sobre el tema. Hay dos: "Luces que nos roban las estrellas", realizado por TVE2, y proyectado en el segundo canal de Televisión Española en el programa Línea 900 y otro, proyectado en el canal de Catalunya, de esta misma cadena en el programa "Gran Angular". Es posible pedir copias, imagino. Además, que yo sepa, no se ha editado y comercializado ningún documental monográfico sobre este asunto, ni siquiera en inglés.

En el caso de no poder disponer de estos documentales, se puede utilizar cualquier otro sobre consumo energético y ecología, o bien sobre el cambio climático, añadiéndole información suplementaria sobre la contaminación lumínica.

También se puede realizar la misma actividad basándose en la lectura de algún texto. En nuestras páginas Web (http://www.celfosc.org/) se pueden encontrar textos suficientes para ello. Procuramos ir introduciendo lo más interesante de lo que se publica.

Ejercicios prácticos:

a) Medida de la intensidad de la contaminación lumínica a partir de la determinación de la estrella más débil observable en una determinada constelación. Se trata de un ejercicio de observación que no requiere especiales conocimientos de Astronomía. Mediante el uso de un mapa de una constelación en el que figuran las magnitudes (valor numérico del brillo) de algunas estrellas, desde las más brillante, hasta las que se encuentran en el límite de la capacidad de detección del ojo, hay que intentar distinguir la más débil. Si se hace bien, siguiendo las instrucciones precisas y haciendo la observación en las condiciones ambientales que se sugieren, se puede obtener una medida aproximada del grado de deterioro del cielo nocturno por acción de la contaminación lumínica en un lugar determinado. Incluso se puede hacer desde distintos lugares en una misma localidad, lo cual da una idea de los efectos locales del fenómeno. Al final, si se realizan observaciones desde distintos lugares, es posible representar sobre un mapa de una ciudad, los distintos niveles de intensidad de la contaminación. En nuestra Web, bajo el apartado "Mapa de la contaminación lumínica de Catalunya" se encuentran las instrucciones para hacer todo esto.

b) Estudio de los espectros de los distintos tipos de lámparas. Para comprender el porqué propugnamos el uso preferente de las lámparas de Vapor de Sodio de Baja y Alta Presión, por ser menos contaminantes y consumir menos, se puede hacer lo siguiente: aprovechar que, por regla general, en los laboratorios de Física de los centros suele haber espectroscopios de bolsillo para organizar una o varias sesiones dedicadas a la exposición de la naturaleza de la luz. Pedir a una empresa fabricante, o al propio Ayuntamiento, modelos de los distintos tipos de lámparas, si es posible con información técnica relativa a las distintas bandas e intensidades de emisión de cada una de ellas, para realizar un examen del espectro y analizar la eficiencia de cada tipo de lámpara.

c) Estudio del grado de contaminación lumínica generado por los distintos tipos de luminarias que se comercializan actualmente. Para ello, hay que conseguir un catálogo de los fabricantes, que incluya lo que se denomina un diagrama polar de cada luminaria (un gráfico representativo del modo por el cual la luminaria difunde la luz). Se puede ver fácilmente qué luminarias contaminan más que otras, por difundir más o menos luz por encima de la línea del horizonte.

d) Cálculo del ahorro en el consumo del alumbrado urbano. Se solicita información técnica al Ayuntamiento relativa a un cierto sector del alumbrado urbano (un barrio, por ejemplo) que tenga luminarias con bombillas de Vapor de Mercurio: número de puntos de luz, potencia de las bombillas instaladas, número de horas de funcionamiento al año, precio del Kw/h que se paga, gastos de mantenimiento, etc. A continuación se calcula el consumo y costes de mantenimiento anual de dichas bombillas. Se hace la misma operación, pero con las bombillas equivalentes de Sodio de Alta y Baja Presión, que son de menor potencia. Al final, se determina el ahorro energético y económico resultantes.

e) "Safari" fotográfico. Se organizan grupos de alumnos con el fin de obtener fotografías de la contaminación lumínica en todos sus aspectos: calles bien y mal iluminadas, luminarias contaminantes y no contaminantes, núcleos urbanos pequeños, medianos y grandes, focos puntuales de contaminación (párkings, negocios nocturnos, urbanizaciones), dispersión hacia el cielo, nubes iluminadas, etc. Se precisa una cámara réflex, un objetivo de tipo zoom para conseguir distintas focales y encuadres, un trípode, disparador de cable y película fotográfica o diapositiva de 400 ASA. Al final, se comentan los resultados y se puede organizar una pequeña exposición. Una fotografía recomendable para captar como aumenta la eficiencia de la dispersión de la luz en la atmósfera debido a la humedad, se puede obtener fotografiando desde el mismo lugar, en condiciones de ausencia de luna, la misma área de cielo (lo más fácil es elegir la zona polar) en dos noches distintas, una sin humedad y otra con humedad ambiental perceptible, utilizando el mismo tiempo de exposición, la misma película e igual apertura de diafragma. Al hacer el revelado automático se avisa al fotógrafo de que se trata de fotografías del cielo nocturno que, por lo general, exigen un incremento del valor estándar de la densidad típica utilizada en el proceso de revelado convencional. De no hacerse, el cielo presenta un color gris-verdoso, falto de contraste. Con las imágenes finales, se compara el incremento del brillo del cielo e, incluso, si somos capaces de identificar las estrellas que se corresponden con los arcos que aparecen en ellas y buscar su magnitud correspondiente, se puede intentar estimar la degradación del fondo del cielo determinando las estrellas de magnitud más débil en una y otra fotografía y haciendo la diferencia.

7. Epílogo

No he pretendido en ningún momento escamotear al lector mi personal vinculación con la historia anteriormente expuesta, pero tampoco la he explicitado en demasía. Ahora bien, quiero finalizar confesando que tomé la decisión de empezar esta lucha cuando, en abril de 1992, durante unas Jornadas Estatales de Astronomía celebradas en la isla de La Palma, después de escuchar a diestro y siniestro los lamentos de mis colegas por la progresión imparable de la contaminación, propuse la simple redacción de un escrito de denuncia y nadie me hizo el menor caso, por considerar que se trataba de una guerra perdida de antemano. Pensé entonces que no era nada lógico, pero sí muy cómodo, dar por perdida una batalla en la que uno está cargado de razón, máxime cuando en Canarias ya existía la prueba palpable de que era perfectamente compatible el objetivo de la protección del cielo nocturno con las necesidades luminotécnicas de una sociedad avanzada. Al regresar, convencí a mis compañeros de la Societat Astronómica de Figueres de la necesidad de iniciar una protesta, al menos con el fin de parar la progresión del fenómeno en nuestra comarca. Así empezó todo y aquí estamos hoy, ocho años después, a punto de tener una ley y habiendo contribuido a crear un revuelo notable en el resto del estado.

Por delante hay una inmensa tarea pedagógica que hacer. Hay que conseguir que la gente entienda que hacer un uso racional de la energía, en general, y de la eléctrica, en particular, no solamente es un beneficio económico para el usuario, sino un ejercicio de responsabilidad personal y, me atrevería a decir, también, un deber ético. Olvidamos con frecuencia que somos simples usuarios transitorios del planeta, y no sus propietarios. Como decía en una conocida carta, uno de los últimos jefes indios al presidente de los EEUU: "la Tierra no nos pertenece; nosotros pertenecemos a la Tierra". Curiosamente, la astrofísica del siglo XX le ha dado la razón, al haber puesto de manifiesto nuestra profunda vinculación y dependencia del cosmos: estamos hechos de materia de estrellas y a ellas debemos nuestra existencia. Si las eliminamos, desaparece su testimonio constante de nuestros orígenes. Con ellas se desvanece también algo muy precioso de nosotros mismos. Por esta razón, y hoy con mayor motivo, tenemos el deber de preservar la Tierra y el cielo para el disfrute de las futuras generaciones que, aunque todavía no existen, tienen derecho a que se les entregue un planeta habitable.

Confieso también que, con el tiempo, ha variado el orden de mi valoración sobre los efectos de la contaminación lumínica. Inicialmente me importaba únicamente el impacto negativo del fenómeno en la observación astronómica. Era lo que me concernía más directamente. Ahora, sin renunciar a ello en absoluto, concedo una creciente importancia a los demás efectos medioambientales que ocasiona. Con el tiempo, cada vez me pesa más la conciencia de que nada nos autoriza a esquilmar los recursos naturales de la Tierra, inmersos como estamos en una especie de vorágine consumista y comportándonos como si fuéramos la última generación de habitantes del planeta. Daba grima, por ejemplo, contemplar por televisión los fastos del recientemente celebrado falso milenio y observar cómo los habitantes de las grandes metrópolis del mundo competían entre sí por ver quien consumía más kilovatios enviando luz al cielo, llenando el aire de desechos pirotécnicos y las calles de toneladas de basuras, en un patético intento de demostrar su chauvinista e ilusoria pretendida superioridad respecto de los demás. Aquella fue, sin duda, la noche con la mayor contaminación lumínica de la historia. Uno deseaba entonces y también ahora que ¡ojalá! fuera también la única.

PERE HORTS

Spai Chile 2008

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